
El pasado Sábado esparcimos tus cenizas por la playa de Rincón... Fué ahí cuando realmente tomé conciencia, me creí, la verdad... Que ya no estarás jamás a mi lado. Fué ahí cuando me percaté de verdad de que ya será mi verdad por el resto de mi vida.
Te he llorado, me he entristecido, pero todavía no quería, no podía creerlo... Ahora sé que es así...
Me sentí bien al esparcirte en el aire...
Tomé con las dos manos un gran punado... La textura de lo que fuiste cremado me resultó algo rara... Me besé las manos con fuerza, con gran AMOR, y me alejé de Mami y de Nikolás, quería despedirme sola... Hacía 24 meses que no te tocaba, y quería hacerlo por última vez, en la intimidad, y sin nadie que me dijera nada... Así fué. Te toqué, te besé y hasta pude sentirte... Cuando te solté al aire, y te arrojé al maravilloso mar transparente, una gran parte tuya se quiso pegar a mi piel... A pesar de que el aire brillaba por su ausencia, y te había arrojado lejos, te pegaste a mi piel, como dándome el mensaje de que estarás siempre conmigo, así lo percibí... Así será...
Te dejé marchar con grandes lágrimas en los ojos, y con la esperanza de que te guste estar allí, en el paraíso que nunca conociste... En un lugar donde la paz es la reina de las maravillas, en donde podrás estar a tu antojo, jugando con el viento, con los delfines, o con lo que te plazca... Allí mismo te solté físicamente... Allí mismo me desperté de la gran duda... No estarás en el plano que yo deseo, pero estás, existes! Has sido demasiado importante y grande como para que tu energía se haya ido... Sólo tu cuerpo y tu cansancio por esta vida nos han abandonado... Sólo eso!