jueves, 4 de agosto de 2011

AGUA Y MÁS AGUA


Agua y más agua y más agua... Cae violentamente, y se precipita hacia todo lo que encuentra a su paso. Devastadora imagen de un cáliz desarraigado de todo.
Agua y más agua cayendo e inundando la calle melancolía, y la calle de la alegría. Tratando a todas por igual, y sin distinción ninguna, sin problema ninguno.
Agua y agua y agua... Y las sensaciones a flor de piel, sin manifestarse ni inclinarse a nada en particular, tan sólo derramando un poco de ternura, a la par que de nostalgia, con una pizquita de tristeza por la melancolía... La melancolía que todo lo humedece, y que le regala al agua, más y más humedad.
Característicos trastornos sofocados, dentro de un laberinto de estrategias evocado por una voz mayor, dejan escaparse de las manos, para sólo meditar, y dejar espacio a lo infinito, y a lo ajeno.
Agua y más agua. Y la grandeza de saberse demasiado diminuto...
El fuego no cabe en este episodio, donde perdería la batalla, sin ni siquiera acercarse a la posición de protagonista. Porque es el agua, la que lleva las riendas de todo...
Agua y más agua, y la alegría de saber que el agua da la vida, así como la quita, la reemplaza, y la mitiga...
Agua y más agua a nuestro alrededor, y revolcándose en nuestros pies, en nuestras manos, para manipular la forma de pensar y de actuar...
Agua y más agua, destruyendo canales, abriendo nuevos pasos y pasadizos secretos y recónditos.
El agua es vida, así como es destructiva...

miércoles, 3 de agosto de 2011

NOSTALGICAMENTE



Nostalgicamente este estado es temporal, y las rutinas a los que uno se acostumbra, tienen final, cuando realmente se desea.

El silencio en las calles, inquieta mucho más que los tumultuosos ruidos que siempre se perciben en esta ciudad.

El cielo parece de un color amarillento, y con nubes rojizas, dibujando siluetas que sólo la naturaleza sabe crear.

Los escolares no acuden al centro, y solamente algunas personas valientes, quieren ser protagonistas de un espectáculo difícil de observar sin estar intranquilo.

Los caminos solitarios que llevan al lugar donde sueles ir, están empanados de almas solitarias, deambulando como zombies a la espera de algo, pero sin saber exactamente qué será.

Todavía no se oyen lamentos, ni sollozos, pero es algo anunciado tacitamente, algo que sucederá, y que será imborrable.

Todavía se escuchan algunas carcajadas pasando desapercibidas...

La neblina de lo que acontece, está llegando, y se necesita templanza para poder seguir disimulando lo que todos sabemos.

El olor a potajes, recuerda que viene algo para lo que hay que estar preparado, y que el mundo observará sólo desde la televisión, o leerá en los periodicos. Mientras, tenemos que sentarnos a pensar en la inmensidad de lo que viene, y que es absolutamente incontrolable.

Una fuerza mayor que cualquier sentimiento, algo que el hombre jamás podrá entender, a pesar de creerse tener conocimiento de todo!

La verdad de la naturaleza es tan sumamente misteriosa que nunca podremos predecirla, ni con partes ni con nada absolutamente. Y todavía existen creencias de que podemos averiguar, saber, manejar y manipular... Porque la soberbia del ser humano, no nos deja aceptar que ella es inmensamente más inteligente, mayor, y con capacidades inentendibles a nuestra conciencia...

Nostalgicamente quiero saber qué pasará... Y nostalgicamente estoy deambulando por los muros de una conciencia desarraigada de todo y de nada. Y pasearé nostalgicamente cuando todo haya pasado, y mis escritos me sirvan para entenderme un poco mejor, y conocer y re- conocer que la vida sigue siendo un misterio, y siempre lo será...

Nostalgicamente estamos abrochados a un cinturón de seguridad inventado por nosotros, y que se nos puede desabrochar en cualquier momento, porque somos chiquititos, microscópicos, casi casi invisibles para una inmensidad como es la naturaleza...