Nostalgicamente este estado es temporal, y las rutinas a los que uno se acostumbra, tienen final, cuando realmente se desea.
El silencio en las calles, inquieta mucho más que los tumultuosos ruidos que siempre se perciben en esta ciudad.
El cielo parece de un color amarillento, y con nubes rojizas, dibujando siluetas que sólo la naturaleza sabe crear.
Los escolares no acuden al centro, y solamente algunas personas valientes, quieren ser protagonistas de un espectáculo difícil de observar sin estar intranquilo.
Los caminos solitarios que llevan al lugar donde sueles ir, están empanados de almas solitarias, deambulando como zombies a la espera de algo, pero sin saber exactamente qué será.
Todavía no se oyen lamentos, ni sollozos, pero es algo anunciado tacitamente, algo que sucederá, y que será imborrable.
Todavía se escuchan algunas carcajadas pasando desapercibidas...
La neblina de lo que acontece, está llegando, y se necesita templanza para poder seguir disimulando lo que todos sabemos.
El olor a potajes, recuerda que viene algo para lo que hay que estar preparado, y que el mundo observará sólo desde la televisión, o leerá en los periodicos. Mientras, tenemos que sentarnos a pensar en la inmensidad de lo que viene, y que es absolutamente incontrolable.
Una fuerza mayor que cualquier sentimiento, algo que el hombre jamás podrá entender, a pesar de creerse tener conocimiento de todo!
La verdad de la naturaleza es tan sumamente misteriosa que nunca podremos predecirla, ni con partes ni con nada absolutamente. Y todavía existen creencias de que podemos averiguar, saber, manejar y manipular... Porque la soberbia del ser humano, no nos deja aceptar que ella es inmensamente más inteligente, mayor, y con capacidades inentendibles a nuestra conciencia...
Nostalgicamente quiero saber qué pasará... Y nostalgicamente estoy deambulando por los muros de una conciencia desarraigada de todo y de nada. Y pasearé nostalgicamente cuando todo haya pasado, y mis escritos me sirvan para entenderme un poco mejor, y conocer y re- conocer que la vida sigue siendo un misterio, y siempre lo será...
Nostalgicamente estamos abrochados a un cinturón de seguridad inventado por nosotros, y que se nos puede desabrochar en cualquier momento, porque somos chiquititos, microscópicos, casi casi invisibles para una inmensidad como es la naturaleza...
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