La Reina destronada llevaba demasiado tiempo reinando y siempre se quejaba de que todo lo tenía que realizar ella... Culpaba a sus subditos y a todos los ciudadanos de su infelicidad.
Ella lo tenía todo. Era bonita, no preciosa, pero de ninguna manera era fea físicamente, salvo en las ocasiones en las que estaba de tan mal humor, que hasta sus facciones se hacían más afiladas...
La vida le sonreía, y la costumbre de esta felicidad, le dió por apellido el inconformismo injustificado, y la búsqueda insaciable de problemas inexistentes. Este estado se convirtió en su mejor amigo en la mayoría de las horas en las que estaba despierta.
La Reina lo tenía todo. Un trono precioso, grande. Un maravilloso palacio que ella misma eligió y decoró a su antojo, y sus fieles subditos, que al principio la amaban porque aparentaba bondad y equilibrio.
Además de eso, tenía un hombre que la apreciaba, a su manera, pues no es tarea facil enamorarse de una Reina, pero la amaba, como él sabía... Quizá para ella no era la mejor forma, pero así era.
El Reino en el que ella mandaba era pequeño, casi insignificante, pero ella se tomaba la molestia constante de tenerlo todo bajo control. Creía que sus subditos, sin ella, no harían más que organizar caóticamente esos lares. Nada más lejos de la realidad, ya que la mayoría de sus habitantes ya habían vivido en otras ciudades anárquicas, y sabían lo que era arreglárselas sin una Reina. Pero la obedecían en todo, ya que la admiraban...
Ella era caprichosa, pero no se dejaba disfrutar de la vida, ni de las cosas que poseía. No le gustaba demasiado compartir sus preciados tesoros, porque era bastante egoísta, e incluso, en algunas ocasiones, le parecía que siempre estaba dando de más...
Inconformista por naturaleza, pretendía que la vida siempre le sonriera más y más y más... Pero lo que ella no sabía, es que cuando la vida te sonríe, debes aceptarlo y ver todo lo bueno que posees y tienes, porque si no, se puede transformar en lo contrario, para que la aprecies...
Un buen día, y sin que ella lo esperara en absoluto, los ciudadanos, en votos de mayoría, decidieron marcharse del Reino. No les compensaba idolatrar a una Reina que casi nunca sonreía, que siempre estaba quejándose de situaciones sin sentido, y que, en cierta forma, temían. Y así, en menos de tres meses, fueron abandonando, uno por uno, aquel Reino...
Al principio, no lo creyó, y pensó que simplemente era una amenaza que no se cumpliría, pero a medida que los ciudadanos que una vez la habían querido tanto, iban desapareciendo de su vida, empezó a desconcertarse.
Por la rabia que sentía en su interior, no se daba cuenta de que el abandono no sólo era porque querían marchar a otro lugar, si no porque aquellas personas, estaban hartas de dar, de mimar, de admirar, de solucionar y de ser fanáticas de ella, y no recibían más que alguna sonrisa oportuna en momentos muy concretos, y como limosna....
La impotencia de ella era no poder controlar todo lo que creía que podría. Y derrochaba rabia y malas palabras sin ton ni son...
Uno por uno, se fueron marchando, y como era una Monarquía, y no una dictadura, no podía hacer nada para retenerlos en su vuelo.
Lo único que se le ocurrió, fué buscar problemas, de nuevo, donde nos lo había, para poder detener y ganar tiempo. Pero ni siquiera eso funcionó, porque aquellos ciudadanos que habían estado a su lado en las buenas y en las malas, que habían estado agradecidos brindandole todo lo que estaba en su mano, eran tan bondadosos, a la par que responsables, que cada uno de los problemas que ella exponía, le daban solución, con tal de cortar el cordón umbilical que les unía de una manera malsana, a ese lugar...
Y finalmente, una mañana, ella se despertó sóla, convirtiéndose al fin, en LA REINA DESTRONADA...
Moraleja:
Puedes tener todas las posesiones y lujos de la vida.
Puedes ser independiente, trabajador, educación y cultura.
Puedes tener fortaleza y entereza para enfrentar la vida.
Pero si no aprecias lo que la vida te ofrece, y agradeces con sonrisas, con gestos sin necesidad de querer recibir recompensa, lo más probable es que la vida te de tu revés..
Tratar de confiar en las personas que rodean tu vida. Confiar en la vida misma. Agradecer cada día por estar sano, por estar equilibrado, por ser feliz, ese es el mayor tesoro, porque una sonrisa no tiene precio, un trono, se puede perder de la noche a la mañana...
miércoles, 7 de julio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario