lunes, 17 de mayo de 2010

GRITOS


No me grites, no!
Cuando gritas, cuando levantas la voz, no te oigo, no te escucho... Sólo oigo un estridente sonido que perturba mis oídos, y sobre todo, mis sentidos...
No me chilles, no!
No entiendo tus palabras, no las comprendo y no las quiero comprender... No quiero, no!
No me chilles, que no te escucho!
No te escucho, no intentes herirme con tus palabras cuando me chillas, porque lo que realizas con ellas, es penetrar e insertar en mí una sordera inagotable! No chilles, no te oigo, no te escucho, no lo hago... Y entonces... Y es entonces cuando chillo yo... Y eso, ese grito mío, se convierte en un grito peor que el tuyo... ya lo creo, se convierte en un grito de donde salen palabras que ni siquiera me atrevo a recordar...
No me chilles!
Cuando me hablas pausadamente, cuando me dices tranquilamente las cosas que tratas de hacerme comprender, soy atenta y curiosa. Cuando gritas para hacerme entrar en lo que tú crees que debo comprender... Es entonces cuando no escucho, no te oigo.
Los gritos inundando el teléfono, o quizá la casa. Construyendo un desagradable castillo de agresividad y desilusión. Y ese castillo, se convierte en mazmorra, en prisión, y yo no soy presa de nada, ni de nadie.
No me chilles, que no te oigo!

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