lunes, 11 de julio de 2011

FUEGO




El fuego que te puede invadir el alma, el cuerpo y la mente, es el fuego que forma parte de la vida.


Pudieras tenerlo más o menos desarrollado, pero el fuego siempre sale a la luz. No puedes esconderlo, ni taparlo, porque es instintivo, es animal.


Mucha gente lo representa con catástrofes, con pasiones, con guerras, con armas.


Mi fuego es peculiar. Forma parte de mi personalidad, y nunca traté ni trato de disimularlo. Vivo con fuego como mochila de companía, y practicamente todos mis actos, suelen ir con este elemento, con el fuego, con lo visceral, con mi realidad. Porque soy intensa, y el fuego es un fuerte factor de mi personalidad. La marca claramente.


Con fuego nací, con fuego vivo, y con fuego moriré.


Me gusta. Salvo cuando no me deja controlarlo, y las llamas suben demasiado rápido de tamano y temperatura, y no soy ni yo misma... porque todo lo envuelve. Ese fuego que hay en mí es irremediablemente potente, grandioso, pecador, ansioso, divino....


No es que haga nada malo, es sólo que saca potencia para mis argumentos, y me domina cual poseedor de espíritu.


También resurge de mis apasionamientos. Lo hace, aparece, y vuelve a marcharse, como si no fuera con él... Viene y va, se va y regresa... Y yo no tengo nada qué decir, ni qué hacer, ni cómo controlarlo. Mi fuego tiene su personalidad y hace lo que le parece en cada ocasión, ya lo conozco. De nada sirve tratar de llamarlo cuando quieres que venga... De nada sirve pedirle que se aleje cuando no es grata su presencia. No sirve de nada... Es un caprichoso y sólo se escucha a sí mismo...


Soy feliz con él, porque le conozco, y dificilmente me sorprende su aparición, ya no... Con el tiempo he aprendido a vivir con él, y no tratar de sofocarlo ni provocarlo, él viene y se va sólo... Así ha sido, así será...


Todo ser humano tiene el suyo, personal... Unos con mayor fuerza, otros practicamente anoréxicos y huérfanos de madre y padre. Unos serán mayormente controlables, otros se apoderarán de mala manera, o quizá de buena...


La cuestión es que tenemos que tratar de vivir con el nuestro, como amigo inseparable de por vida...


Mi fuego me grita! Me pide, me aulla... Y a mí me encanta oírle...

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