Uno de esos dias en los que las aguas estaban mas cristalinas que nunca, decidio arriesgar, sin pensar nada mas que en conocer, explorar... Y dejo el manto de la angustia que en ocasiones sentia, en el cajon de las caracolas del olvido.
Recorrio varios cientos de kilometros sin percatarse de nada mas que de la belleza extraordinaria que reflejaban los rayos de sol que se colaban por las turquesas aguas, y paro tranquila y en paz, justamente al lado de una gran roca cubierta de mejillones...
Asomo la parte humana de su cuerpo, y con el cabello rozandole la cintura, dibujo un gran corazon en la inmensa sonrisa.
El sol, la roca, el viento, y alguna embarcacion que paseaba curiosa por alli.
Resolvio dar volteretas en el aire, y buscar con que desenredarse la melena, tan estropeada por la sal...
El sol brillaba en su cara y en su corazon, y la soledad que la envolvia le acariciaba la nuca.
Disfrutando de su estadia durante unos segundos, hasta que decidio volver a sumergirse hacia parajes desconocidos.
Por fin, su cola suelta y roja y morada se deslizaban sin inquietud.
Y, cuando menos lo esperaba, alli estaba el... Un pez con malas intenciones que lo unico que por el momento hacia, era observarla desde el angulo de las malas vibraciones que, por supuesto, ella percibio...
martes, 20 de octubre de 2009
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Al parecer, el amor de la sirena no fue correspondido. Arriesgo tanto por encontrar un sentido a lo que sentía... ella quería darle un nombre, un sentido a ese revoltijo de sentimientos que la empujaban a ir mas allá.
ResponderEliminarElla pensaba que este no era su mundo, que no podía pisar la tierra en busca de un nuevo amor; y que debía quedar sola, confinada a las profundidades del mar; quizás, se había acostumbrado a la gran soledad azul... era mejor, no había nada que perder.
Mientras más se sumergía, mas desconcertada estaba... cuáles peces están de mi lado y cuáles no, se preguntaba la hermosa sirena. Frente a ella pasó un pequeño y sonriente pez, ella se asustó mucho, pero no huyó, era demasiado pequeño para ser un problema.
El pequeñín se acercó y le dijo lo siguiente: Cada luna nueva, nace un amor. Y cuando nace un amor, puedes pedir un deseo. Si desear ir más allá de la arena solo debes nadar hasta la orilla. Hay más cosas allá afuera de las que puedas imaginar. Y recuerda: cada vez que el agua toque tu piel, volverás a ser sirena; pero tu mundo estará donde esté tu corazón.
:)
Buenos dias Fran. Recien despierto y me encuentro con la continuidad del cuento, escrita por ti. Me gusta mucho la forma que le das! Realmente no sabria ni yo misma, decirte por donde hubiera seguido en el caso de no haber leido tus palabras, pero en vista de lo bien, y lo mucho que me ha gustado, creo que seria muy buena idea continuar por el sendero y la forma que tu le estas dando.
ResponderEliminarCon tu permiso, prosigo, entonces, como si tu escrito fuera el ultimo capitulo, y continuaremos la historia segun vayan surgiendo las ideas, los intercambios y las ganas...
Espero que tengas un feliz despertar, y la sonrisa este en ti...